El refugio invernal de Pachuca representa “calor humano” para Víctor Salinas, quien por segundo año consecutivo ha sido usuario de este espacio, habilitado por el gobierno municipal para personas en situación de calle o con algún problema que les impida regresar a sus hogares.
Después de una jornada laboral, el hombre de 57 años de edad llega al albergue –en una bodega ubicada en el número 203 de la calle Amapola, en la colonia Ampliación San Julia—, registra su entrada y pasa por el protocolo de revisión de seguridad y médico, saluda al personal que se encarga del espacio y a sus compañeros, elige un catre, acomoda sus pertenencias, descansa brevemente y se prepara para bañarse. Esta es la primera vez que el espacio cuenta con regaderas para los usuarios.

En entrevista con Acropolis Noticias, narró que es originario de Michoacán y que hace 24 años llegó a vivir a la capital hidalguense. No obstante, a partir de 2022 comenzó a pernoctar en diferentes lugares, entre ellos la calle, aunque día a día hace un esfuerzo para generar dinero y poder rentar un lugar donde pasar la noche. Caminando por la calle fue como encontró este espacio. Los motivos de su situación evadió precisarlos.
Fueron los pasos que me llevaron a este sitio. Nos abrigaron, nos dieron lo que necesitábamos emocionalmente, alimento y calor humano, que en esos momentos nos hacía falta y pues se los agradecemos (…) No precisamente (vivía en la calle), pero pues me sentía a gusto en la calle, me sentía a gusto, con una libertad, que pues uno lo ve así, pero en realidad no, somos presos de nuestros miedos”, reflexionó.
Todas las mañanas sale del refugio en búsqueda de un trabajo, aplicando sus conocimientos en pintura, jardinería y mecánica. En meses anteriores laboró en la remodelación de la explanada de plaza Juárez; sin embargo, una vez que concluyó el proyecto, que costó 25 millones de pesos, tuvo que volver a buscar empleo temporales.

Estuve en la remodelación de plaza Juárez, se me abrieron las puertas de ese espacio, no lo aprovechamos, y estuvimos con ellos tres semanas. Se terminó y pues otra vez a batallar (…) volvemos a estar inestables y volvemos a estar sin un sustento, y se repite la historia los pasos me fueron guiando y fue casualidad que volví a encontrar este lugar”, mencionó.
Por segundo año consecutivo, este programa le ha dado un techo y un lugar donde descansar y comer durante la temporada invernal a Víctor.
Aquí nos enseñan a luchar, nos dan ese empujoncito para no caer en eso, porque muchos compañeros, sus circunstancias sabrán, y no pueden hacer ese brinco (dejar de vivir en las calles)”, subrayó.
Consideró que la permanencia de este refugio ayudaría a las personas que se encuentran en situación de calle, por lo cual pidió a las autoridades municipales “poner empeño” para destinar recursos económicos y que el programa sea permanente, incluso, dijo, en un lugar más pequeño.
El refugio invernal abrió sus puertas el 13 de diciembre y cerrará el 28 de febrero. A casi un mes de haber estrado en funcionamiento, se han otorgado 177 atenciones de alojamiento a 35 beneficiarios (25 hombres, siete mujeres y tres menores de edad). El número de beneficiarios ha aumentado, al principio llegaban seis o siete por noche en promedio y ahora son entre 11 y 14; es decir, el doble. La capacidad del espacio es de entre 40 y 50 personas. Los servicios que ofrecen son alojamiento, alimentos, vestimenta, baños y atención médica a los usuarios del espacio, quienes pueden estar en el lugar de seis de la tarde a ocho de la mañana, detalló Indira Piña, encargada del programa temporal.
Todas las personas en situación de calle o con alguna condición de vulneración, como son migrantes o mujeres en situación de violencia familiar, pueden acudir a este espacio para pernoctar.

Reportero en formación con más de 7 años de experiencia. Escribo acerca de derechos humanos, transparencia y corrupción. El periodismo al servicio de la sociedad.